El 20 de junio de 2024, la Diputación de Almería y Junta de Andalucía se han sumado a la inauguración del II Congreso de Desarrollo Económico y Gestión Sostenible del Agua organizado por el Ayuntamiento de Roquetas de Mar en colaboración con el Foro ‘Mediterráneo de Agua, Energía y Alimentación’.

Queremos destacar la intervención de nuestro presidente de honor, Andrés del Campo, en una mesa redonda de dicho foro, denominada ‘Desarrollo económico y gestión sostenible del agua’. En ella, ha comentado entre otros temas:

  • Acciones más importantes con las que las comunidades de regantes mejoran la eficiencia en el uso del agua:

Modernizar sus infraestructuras de riego. Desde antes del año 2000 el regadío español es el uso que más agua demandaba: 24.250 Hm3 por año (1998-LBA), y representaba un 80% de los usos consuntivos (1998). Pero el uso es inferior a la demanda y se ha reducido a 15.495 Hm3 (en torno a un 63%) según el Instituto Nacional de Estadística (2018).

Por otro lado, la inversión en la modernización de los sistemas de riego ha ascendido a unos 5.000 millones de euros, tanto de financiación pública como privada desde antes del 2000 hasta 2020. Los Fondos Next Generation han previsto una inversión extra tanto pública como privada de más de 2.000 millones adicionales hasta 2026.

En la actualidad, el 80% del regadío español está modernizado, contabilizando un 56% en riego por goteo y más de un 23% en riego por aspersión y automotriz. En ese sentido, podemos considerarnos los campeones del mundo.

  • Posición en la que deja al regadío los nuevos planes de Cuenca:

En una posición bastante complicada. Los Planes Hidrológicos de los que dependerá la gestión del agua durante las próximas décadas no garantizan el agua para regar. Por un lado, los caudales ecológicos se aumentan injustificadamente y sin criterios técnicos adecuados, sino más bien políticos. Se establecen propuestas de caudales ecológicos (que han reducido un 16% de media la disponibilidad de agua en España), que proceden generalmente de los embalses y del agua utilizada concretamente para regadío por la prelación de usos de la Ley de Aguas, para acercar el funcionamiento del río a su régimen natural, anulando la función de regulación que cumplen nuestros embalses, pudiendo llegar a vaciarlos y, así, representando una seria amenaza para la satisfacción de las demandas.

Por otro lado, se eliminan gran cantidad de obras de regulación (embalses) que había previstas en los anteriores Planes Hidrológicos, cuando además, estas actuaciones mitigarían los efectos negativos del cambio climático, como son las inundaciones y las sequías.