El agua es vida y alimento
Por Jaime Lamo de Espinosa
El mundo celebra hoy el Día Mundial de la Alimentación desde que así lo acordamos en la XX Conferencia Internacional de FAO en Roma en 1979. Día Mundial de la Alimentación que es tanto como el de la Agricultura, porque somos lo que comemos. El lema de FAO para este año es «El agua es vida, el agua es el alimento». Y es cierto. La tierra y el agua son la base de que una demografía creciente encuentre su fuente nutricia en volumen y condiciones adecuadas. Hoy caminamos rápido hacia los 10.000 millones de habitantes. Y desgraciadamente el hambre en el mundo no ha retrocedido. Desde la pandemia, según FAO, ha crecido un 33 por ciento. Es muy grave. Y no olvidemos que las grandes revueltas de las últimas décadas lo han sido por hambre. La ‘primavera árabe’ tuvo ahí su origen.
A ello se añade que el cambio climático está alterando la meteorología, las lluvias escasean, cuando las que hay son más tormentosas e irregulares, las sequías se intensifican y las cosechas se reducen. Y además aquellos que regulan el cambio, como el Panel de París, imponen severas normas para reducir los gases de efecto invernadero, algunas de las cuales generan menores rendimientos, por un menor uso de fertilizantes, plaguicida o manejos de aguas o sistemas de riego.
Durante años, yo he repetido que «la agricultura española será de riego o no será». Y así hemos llegado a disponer de casi cuatro millones de hectáreas de riego, y ser el país más eficiente en regadíos modernizados, manteniendo una muy potente y positiva balanza comercial exportadora cuando la situación era la inversa hace tres o cuatro décadas.
Hay que ser consciente de que el mundo se alimenta por su agricultura y que esta es un mix de suelos, aguas, fertilizantes y tecnologías, básicamente. Pero no cabe disponer de más suelo en el mundo. Al contrario, cada año este va siendo devorado por infraestructuras urbanas, terrestres. Y el agua es escasa. Sólo el 2,5 por ciento es dulce. Pero es tanto más necesaria si pensamos que la agricultura de riego es la clave contra el hambre.
Un par de datos sobre la necesidad de los riegos. En España y en el mundo una cuarta parte de sus tierras cultivadas son de riego, pero producen el 65 de la producción vegetal aquí y el 40 por ciento de los alimentos y 60 por ciento de los cereales globalmente. Es por ello, por el hambre, que el agua es un grave problema hoy en el mundo, enfocado de modo diverso en grandes obras hidráulicas en Egipto, Etiopía, Afganistán, Arabia Saudí, las derivaciones en China desde las Tres Gargantas… Kennedy ya lo dijo en su tiempo: «Quien resuelva el problema del agua en el mundo será al tiempo premio Nobel de la Ciencia y de la Paz».
Y ¿nosotros?, ¿qué debemos hacer? Insignes españoles vieron desde hace muchos años que la agricultura española debía ser de riego, desde el gran ilustrado Jovellanos o Joaquín Costa, padre de nuestra política hidráulica, o Manuel Lorenzo Pardo, a quien Azorín definió como «el gran taumaturgo de las aguas», por su colosal diseño del trasvase Tajo- Segura, creador de la espectacular ‘huerta de Europa’ que hay que proteger.
Debemos hoy plantearnos esta cuestión con urgencia y con objetividad. Las soluciones requieren consensos e inversiones potentes y singulares para garantizar los regadíos existentes, depurar las aguas residuales, urbanas e industriales, lograr riegos más eficientes que permitan disponer de más tierras regadas, interconectar diferentes cuencas, implantar desalinizadoras preferentemente para usos urbanos, turísticos e industriales, construir, y no destruir, más presas de menor dimensión… Todo ello requiere un gran Pacto del Agua.
Sí, «el agua es vida y el agua es alimento ». Hoy creo que «un mundo sin hambre será de riego o no será». Y lograr el hambre cero debería ser prioritario sobre cualquier otro objetivo mundial. La alimentación, no lo olvidemos, es un derecho de los pueblos.
JAIME LAMO DE ESPINOSA
Miembro de la Real Academis de Ciencias Económicas y Financieras