El día 16 de abril de 2024 el Gobierno de Aragón, a propuesta de la consejera de Presidencia, Interior y Cultura, acordó otorgar a D. César Trillo Guardia, el Premio Aragón 2024.

El premio fue otorgado en reconocimiento por su enorme compromiso con el mundo rural aragonés y su reconocida trayectoria profesional, ostentando puestos relevantes como su cargo de Presidente de la Comunidad General de Riegos del Alto Aragón, miembro de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes, Vicepresidente de la Junta de Gobierno de la Confederación Hidrográfica del Ebro y miembro del Consejo Nacional del Agua. Durante toda su carrera ha defendido enérgicamente la unidad de cuenca como la mejor herramienta para la gestión integrada de los regadíos, y como instrumento para la gestión de los ríos españoles, por encima de límites geográficos, políticos y territoriales; promoviendo la redacción de un Plan Nacional de Regadíos sostenible

Cesar Trillo recogió el premio emocionado dando las gracias por un reconocimiento que valora el papel de las Comunidades de Regantes y que es compartido con todas las instituciones, comunidades de usuarios y personas que a lo largo de estos treinta y cinco años han compartido con el ex presidente de Riegos del Alto Aragón la constante preocupación de avanzar en regadíos, regulación y gestión integrada del agua y la energía.

Su discurso, cargado de emoción, también expresó el deseo futuro de que la agricultura de regadío ocupe el central que le corresponde en las políticas estatales, autonómicas y locales, para garantizar el futuro y la pervivencia del medio rural y garantizar la soberanía alimentaria y favorecer la agroindustria:

«Presidente de Aragón, Miembros de Gobierno de Aragón, de las Cortes de Aragón, autoridades gracias por el honor de recibir este premio Aragón 2024 en el día de San Jorge. Gracias de corazón y desde la emoción de poner en el centro de las miradas la agricultura, el agua y por supuesto Aragon.

Felicidades compartidas con el resto de galardonados, Javier Lamban, expresidente de Aragón; Vicente Ascaso, Selma Pallaruelo y Real Automóvil Club Circuito del Guadalope.

Gracias por un premio que valora el papel de las Comunidades de Regantes como gestoras de un bien público, de lo colectivo sobre lo individual, de la organización de los comuneros y la defensa del bien común por encima de visiones cortoplacistas.

Gracias en mi nombre, pero también en el de todos y cada uno de los usuarios del agua, de los miembros de las juntas de gobierno de comunidades de base y de las comunidades generales.

Soy receptor de un premio a una trayectoria que no habría sido posible sin el apoyo y colaboración de tantas y tantas personas.

De entre ellas permitirme que tenga hoy aquí presente a Francisco Orús, compañero durante tantos años, amigo y vicepresidente de Riegos del Alto Aragón, que ya no nos acompaña, pero forma parte de nuestro recuerdo y nuestro agradecimiento.

Han sido 35 años años vinculados a una entidad Riegos del Alto Aragón, a la que llamamos nuestra casa, en la que hemos vividos profundos cambios políticos económicos y sociales.

Desde los Pactos del Agua de 1992, a sus revisiones, la última firmada en el año 2023.

Desde el Plan Hidrológico de 2001 y la movilización social en torno al agua en Aragón, a la desaparición de las obras de regulación históricas en los planes de medidas en el Plan Hidrológico de la Demarcación 2021-2027.

Del nacimiento de concepto de modernización de regadíos fruto del Plan Nacional de Regadios Horizonte 2008, a su financiación condicionada a estrictos cumplimientos ambientales derivados del Plan de Recuperación y Resiliencia y los fondos NEXT Generation.

35 años que dan para la irrupción del medio ambiente como prioridad frente a la producción agraria, para asistir a profundos cambios en materia energética y sus efectos sobre el regadío, para el nacimiento de los caudales ambientales de los ríos y la búsqueda del diálogo entre el llano y la montaña reparando una brecha que nunca debió separarnos.

También, 35 años que desafortunadamente no han sido los de la finalización de Riegos del Alto Aragón, tras 110 años desde su nacimiento.

En los que hemos visto desfilar el recrecimiento del embalse de La Peña, el embalse de Jánovas, el embalse de Biscarrués de 192 hectómetros, el embalse del Susía, el embalse de Biscarrués de 35 hectómetros, y llegamos al día de hoy con el embalse de Almudevar finalizado, pero sin poder parar las puntas de avenida del río Gállego.

Aragón somos un pueblo dado a la generosidad, generosos en el éxodo de los años 70 contribuyendo al crecimiento de comunidades vecinas, generosos en producir energía renovable para su explotación fuera de nuestros límites, generosos obligados por la falta de regulación a que lleguen 6000 hectómetros cúbicos anuales por encima de los caudales ambientales al mar.

Es momento de ser generosos con nosotros mismos, comprometiéndonos con nuestro futuro, un futuro en el que el agua y el regadío deben tener un papel central, el que nunca debimos perder de vista.

Un papel en el que a lo largo de tantos años y con todos y cada uno de los Gobiernos Estatales, Autonómicos, Provinciales y Locales hemos defendido, junto con la necesidad de comprender y defender el concepto unitario de la cuenca del Ebro y su gestión.

Necesitamos pensar sin cortapisas que queremos para Aragón, alcanzar la igualdad con otros territorios en materia de regulación hiperanual, mejorar nuestros niveles de almacenamiento en embalses, en un tiempo en que los embalses son garantes de la gestión de las energías renovables; evitar las inundaciones de nuestras riberas; y sobre todo garantizar nuestra soberanía alimentaria con regadíos que cuenten con plena garantía de suministro y no se vean obligados a riegos deficitarios, ya que estos serán los que nos permitan avanzar y contar con una agroindustria generadora de riqueza, empleo y vida.

No sabemos lo que futuro nos deparará en un momento de profundos y preocupantes acontecimientos, pero lo que si es seguro es que necesitamos estar preparados.

Preparados para dar un salto a la agricultura digitalizada de este siglo, agricultura dinámica y con capacidad para volver a ser atractiva profesional y económicamente a nuestros jóvenes.

Preparados para relocalizar producciones y hacerlas viables desde el equilibrio y las reglas justas en materia de producción frente a terceros.

Preparados para generar empleo y futuro en nuestras comarcas, sangradas por la despoblación, pero en las que soñamos plazas y calles con vida.

Y para todo ello el agua es elemento fundamental, tan fundamental como el trabajo y el esfuerzo, la paciencia y la negoción, la voluntad de diálogo y encuentro entre todas las formas de ver y entender nuestra tierra.

No quiero finalizar sin reiterar mi más profundo agradecimiento por la concesión de este Premio Aragón 2024, gracias por un honor que como aragonés hace que me sienta querido en mi tierra y orgulloso de ser de Aragón.»